Hace ya bastante tiempo que conozco a Laura. Desde la misma semana en que se mudaron a la casa continua a la nuestra. Y desde el principio se han demostrado como los “buenos vecinos” que son. Es más, Julián, Laura, Ángel y Marc no son lo que se dice una familia convencional. Son absoluta y verdaderamente excepcionales. Y esto lo digo de corazón.
Ángel es una persona muy especial, sólo hay que conocerlo un poco para darse cuenta de ello. Recuerdo aquellos primeros días, cuando llegaba a casa por el mediodía, allí estaba él. Siempre a las puertas de su casa, esforzándose por entrar y salir con su silla de ruedas por el angosto espacio de la puerta lateral.
Aquello me resultaba extraño y despertaba mi curiosidad. Un día, Laura y Marc que estaban acompañando a Ángel en el exterior de la parcela, me saludaron al llegar. Deje mi coche al ralentí delante de mi casa y salí para charlar con ellos. Mientras hablaba con Laura, Ángel se acercó a la puerta de mi casa. Entonces me agarró la mano y me instó a ayudarle a meter su llave en la cerradura de la puerta. Si ya estaba intrigado, aquello multiplicó mi interés.
Enseguida Laura me explicó su obsesión por las llaves y las puertas. A Ángel le encanta entrar y salir por las puertas. Y para él es todo un esfuerzo, os lo aseguro. Pero Ángel es así, muy tenaz, y no se rinde con facilidad.
Algunos meses después, tras el confinamiento, Laura me habló de su gran ilusión, escribir un cuento para niños en el que se mostrara un poco del mundo de Ángel, un poco de su historia, y un poco de su carácter. Como amigo que me siento de esta gran familia, me ofrecí para ilustrar la pequeña historia. Laura me confesó que tenía un pequeño borrador y que con gusto dejaría que lo leyera. Quería saber mi opinión al respecto.
A los pocos días Laura lo dejó en mi correo y empecé a leer aquel pequeño borrador que fue el germen de este maravilloso cuento. La historia me llegó al corazón. Y claro, no pude contener mi propia esencia. Aquel mismo día empecé el boceto de la página del “monstruo de las galletas”. Ilusionado se lo enseñe a Laura y a Julián. Les encantó el estilo y empezamos a pulir los detalles. A Laura le brillan los ojos de un modo muy especial cuando se siente feliz, y este cuento la hace muy feliz.
Así que os confieso que es para mí una enorme satisfacción haber podido ilustrar este cuento. La pequeña historia de alguien muy grande: Ángel. Y le estoy enormemente agradecido a esta familia por haberme permitido colaborar con ellos, por poder poner un pequeño granito de arena en esta fábula.
Gracias, gracias, gracias. De corazón.